El caldén (Prosopis caldenia) es una leguminosa. Su corteza es muy
gruesa y rugosa. Prospera en suelo arenoso, árido y resiste sequía,
desarrollando un sistema radicular extremadamente profundo. Puede
alcanzar los 12 metros de altura, es de copa amplia y aparasolada, que
fácilmente alcanza los 15 metros de diámetro.
Las hojas del caldén son bipinaticompuestas, caducas, alternas y
pequeñas. Su ramaje es tortuoso, con espinas cónicas dispuestas de a
pares en los nudos. Sus flores son perfectas, completas, pequeñas y se
agrupan en espigas pendulares amarillentas de aproximadamente 5 a 8 cm
de longitud. El fruto del caldén es una vaina o chaucha carnosa
achatada, a veces encorvada o espiralada de entre 10 y 15 cm por 1 cm,
amarillenta con estrías violáceas. Su sabor es amargo y astringente.
Los usos tradicionales de la madera de caldén son: leña, postes,
varillas, vigas, carbón, tablas para pisos (tarugos, parquet,
adoquines), muebles (rústicos, amoblamientos de cocina), marcos y
contramarcos de puertas, ventanas, persianas, umbrales, dinteles,
colmenas, etc.
El bosque de caldén pampeano
El caldén es endémico de la República Argentina y único en el mundo.
Originalmente, el bosque de caldén se extendía desde el centro y sur de
San Luis, sudoeste de Córdoba y centro sur de La Pampa hasta el sur de
Buenos Aires y el noreste de Río Negro.
El bosque de caldén pampeano integra la Provincia Fitogeográfica del
Espinal. Recibe esa denominación porque la especie dominante y
primordial recurso autóctono del hábitat es el caldén.
El caldén es un símbolo de la geografía cultural pampeana. Considerado
patrimonio natural en La Pampa, está íntimamente ligado a la fisonomía y
la historia de la provincia. El escudo de La Pampa tiene un caldén
sobre fondo azul en su campo superior. Se le ha rendido homenaje en
poesías y canciones. En La Pampa da nombre a hoteles, restaurants,
radios, estancias, agencias de viajes, y hasta portales de internet.
El caldén era el principal recurso forestal de La Pampa, a punto tal que
a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, su explotación dio
lugar a la fundación de varios pueblos como Quehué (cuyo primer nombre
fue Caldén), Conhelo, Rucanelo, Telén, y Loventué, entre otros. Solía
ser el combustible para las panaderías y las calderas de las locomotoras
cuando el carbón inglés escaseó durante la Primera Guerra Mundial.
Según la revista "Caras y Caretas" de 1906, 140 vagones cargados de leña
de caldén (1.400.000 kilogramos) partían todas las semanas desde Toay,
Santa Rosa, Rancul y otras localidades pampeanas.
Desmonte, empobrecimiento y fragmentación
El bosque de caldén solía ser especialmente abundante en La Pampa,
provincia donde el referido bosque alcanzaba su mayor magnitud, unas
3.500.000 ha., lo cual representaba el 24% de la superficie provincial.
La Pampa ha perdido más de las dos terceras partes de su bosque de
caldén original, y la fracción que aún resiste presenta marcados signos
de fragmentación, siendo muy difícil en la actualidad encontrar parches
mayores a 1.000 hectáreas. Hoy solo resiste un remanente empobrecido,
alejados de los bosques prístinos originarios, que no supera el
1.600.000 ha., apenas un 11% del territorio provincial.
El paso del ferrocarril por tierras pampeanas inició el proceso de
degradación del bosque original. Aquellos pueblos que en su momento
surgieron gracias al caldén ya no existen, atento la marcada disminución
de la superficie del bosque.
Luego, el sobrepastoreo, el fuego como herramienta de manejo para la
obtención de mejores pasturas para el ganado, la tala indiscriminada y
el avance de la frontera agrícola, aceleraron aún más el empobrecimiento
del escaso bosque subsistente. Esto impide que la masa boscosa pueda
cumplir sus funciones ecológicas y ambientales eficientemente. La
pérdida del caldenal afecta además a numerosas especies de la flora y
fauna que necesitan de él para vivir convirtiéndose así en un ecosistema
sumamente vulnerable.
La necesidad de nuevas áreas protegidas
La pérdida de área boscosa y la deficitaria salud del caldenal pampeano,
de lo cual se ha dado noticia con creces en los últimos tiempos, no
sorprende si se tiene en cuenta la alarmante y constante reducción de la
generalidad de los bosques nativos en nuestro país. No solo la selva
misionera, las yungas y el bosque chaqueño son víctimas del desmonte,
también lo es, con la misma gravedad aunque menos difundido, el caldenal
pampeano lo cual lo pone en estado terminal.
El Bosque de Caldén clasifica entre las categorías de mayor riesgo
(vulnerable o amenazado) para su conservación en el documento de
conclusiones del Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos elaborado
por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación).
Textualmente el informe determina que: "(...) cuando se comparan los
datos de este inventario con las estimaciones de la superficie ocupada
por los bosques originalmente se observa una notable disminución de la
superficie ocupada por los bosques (...)", y agrega que "(…) en los
últimos veinte años se perdió un 20 % de la masa forestal del caldenal
(…)" En los períodos 1999-2000 y 2005-2006, la tasa anual de
deforestación ha sido con arreglo al Informe del -0,82 %.
Se debe destacar que los bosques nativos cumplen un rol importantísimo
en la regulación del clima, la amortiguación de la caída del agua de
lluvia y la detención y prevención de procesos erosivos, además de
brindar refugio y alimento a la fauna que los habitan. De por sí el
caldenal habita suelos frágiles y arenosos susceptibles de degradación,
por lo que su extinción traería aparejado un grave empobrecimiento
ambiental en razón de la erosión y eventual desertificación.
Pocas áreas protegidas resguardan hoy porciones de los antiguos bosques:
el Parque Nacional Lihué Calel, Reserva Provincial Luro, Pichi Mahuida y
marginalmente la Laguna de Guatraché todas situadas en La Pampa. Esto
no nos sorprende, dado que el caldenal pampeano integra la ecorregión
del Espinal, una zona profundamente degradada en la Argentina y que
adolece de insuficiente tutela. Menos del 1% del espinal se encuentra
protegido.
Resulta entonces necesario llevar adelante diversas acciones efectivas, a
fin de remediar la grave situación observada. El caldén es un árbol
único en el mundo y endémico de Argentina el cual brinda refugio y
alimento a numerosas especies animales. Pero sobre todo, es parte de
nuestra identidad cultural.
Por ello, urge la confección de un proyecto serio para la conservación
del bosque de caldén con un marcado perfil holístico. Es indispensable
la participación en dicho proyecto de especialistas en la materia, de la
ciudadanía y de toda organización no gubernamental que desee formar
parte del proceso.
Los espacios naturales tienden a ser cada vez más escasos y fragmentados
en nuestro país y los pocos que resisten, se ven constantemente
amenazados por intereses económicos diversos (soja, minería, represas).
No hay otra opción entonces más que resguardar lo poco que nos queda
mediante la creación de nuevas áreas protegidas. El bosque de caldén
pampeano no escapa a ésta última observación. Por ello, es sumamente
conveniente para la salvaguarda del caldenal pampeano la adquisición de
tierras para la creación de nuevas áreas protegidas.
Asimismo, es conveniente promover la protección del caldenal en tierras
privadas, a través de convenios celebrados a tal efecto, brindado
incentivos a los propietarios que se muestren interesados (por ejemplo,
exenciones impositivas).
La ley pampeana sobre áreas protegidas Nº 1.321 de 1991 no contempla
instrumentos privados de conservación ni incentivos económicos. Tampoco
lo hace el Decreto Reglamentario Nº 1.283/95. Sin dudas, una carencia
que los legisladores pampeanos deben revertir a la brevedad.
Ley Nacional N° 26.331: se abre el juego
La Ley de Presupuestos Mínimos de Protección de Bosques Nativos Nº
26.331 impone a todas las provincias el deber de realizar en el plazo
máximo de un año desde su sanción y a través de un proceso
participativo, el Ordenamiento Territorial de sus bosques nativos.
Durante la realización del Ordenamiento Territorial no se podrán
autorizar desmontes. Una vez cumplido el año, las provincias que no lo
hayan realizado no podrán autorizar desmontes ni ningún otro tipo de
utilización y aprovechamiento de los bosques.
El Ordenamiento Territorial deberá zonificar los bosques en tres categorías:
· Categoría I (rojo): sectores de muy alto valor de conservación
que no deben desmontarse y que deben mantenerse como bosque para
siempre.
· Categoría II (amarillo): sectores de mediano valor de
conservación, que pueden estar degradados pero que si se los restaura
pueden tener un valor alto de conservación y no deben desmontarse. En
ellos se podrá realizar aprovechamiento sostenible, turismo, recolección
e investigación científica.
· Categoría III (verde): sectores de bajo valor de conservación
que pueden transformarse parcialmente o en su totalidad.
La Ley N° 26.331 establece diez criterios para analizar y zonificar los
bosques nativos: superficie mínima que necesitan las comunidades de
especies animales y vegetales para sobrevivir, vinculación entre
diferentes ecorregiones, conexión entre áreas protegidas, existencia de
especies importantes, estado de conservación, potencial forestal,
potencial agrícola, importancia en la conservación de cuencas, y el uso
que le dan las comunidades indígenas y campesinas para mantener su
supervivencia y su cultura.
Si bien La Pampa ha venido trabajando desde hace tiempo en la
conservación de su bosque de caldén a través de su Subsecretaría de
Ecología, la provincia aún no ha cumplimentado con el deber que le
impone la norma nacional referida de realizar el ordenamiento
territorial de sus bosques nativos, el cual se deberá ver plasmado en la
correspondiente ley provincial, previo cumplimiento de un adecuado,
ajustado y satisfactorio procedimiento participativo.
Desafortunadamente no es la única provincia que está en falta. Hasta el
momento solo Santiago del Estero, Salta, Corrientes, Misiones, Chaco,
Jujuy y Santa Fe han finalizado con el ordenamiento territorial de sus
bosques, aunque no todas por ley provincial.
La Ley N° 26.331 crea el marco normativo necesario para continuar con la
tarea de preservar nuestros bosques nativos y evitar que los desmontes
acaben con ellos. Las provincias deben cumplimentar con lo impuesto por
la Ley a fin de acceder al Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la
Conservación de los Bosques. Dicho Fondo será distribuido anualmente
entre las jurisdicciones que hayan elaborado y tengan aprobado por ley
provincial su ordenamiento de bosques nativos. El dinero servirá en
parte para compensar a quien no pueda utilizar su propiedad con algún
objetivo productivo. Esto sería novedoso para nuestro país ya que se
traduciría en la entrada en funcionamiento del primer sistema de pago
por servicios ambientales.
Conclusión
La Constitución Nacional en su artículo 41 consagra el derecho a un
ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano. Las
autoridades tienen el deber de ve
lar por la utilización racional de los
recursos naturales y preservar la diversidad biológica. En adición, el
artículo 41 establece que todo ciudadano tiene el deber de preservar el
ambiente. Cada uno de nosotros puede desde su lugar contribuir a la
conservación de los espacios naturales que aún resisten, promover su
expansión y conexión para evitar la fragmentación.
Siguiendo los lineamientos impuestos por nuestra Carta Magna en materia
ambiental, todos y cada uno de nosotros - maestros, autoridades
públicas, empresarios, abogados, biólogos, estudiantes, amas de casa,
jubilados, empleados- tenemos la obligación moral de contribuir a la
salvaguarda del bosque de caldén pampeano. Esencialmente porque no
podemos privar a las generaciones futuras de apreciar y disfrutar de un
hábitat único en el mundo y patrimonio exclusivo de los argentinos.
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